Mientras planificaba el último viaje al mohayam, surgió la propuesta de pintar la fachada de la biblioteca de Smara, el primer Nido del Bubisher, allí donde comenzamos a mirar al mar y al cielo.

En el camino de búsqueda de referentes e inspiración, se cruzó por el facebook Mohamed Sulaiman, un jóven saharaui con perfecto nivel de inglés y una percepción del arte muy particular, una sensibilidad hacia el trabajo que, al menos yo, nunca había visto en ningún otro de sus compatriotas. Me llamó especialmente la atención su manera de entender, interpretar y disfrutar del arte abstracto. Era la persona perfecta para compartir pared.

Estando aún en España, le contacté y enseguida mostró interés y disponibilidad para quedar y conversar. Pocas horas después de aterrizar, ya estábamos compartiendo ideas y bocetos para la fachada, además de visitar su estudio de arte, un autentico oasis dentro de la hamada.

A pesar de su apretada agenda, Mohamed Sulaiman siempre sacó huecos para coger la brocha en el Bubisher, además de aportar todo su conocimiento del medio y su aplicación al oficio, como su magnífico invento de taladro-mezclador.

Como las temperaturas ya apretaban por allí, aprovechábamos las tardes y las noches para pintar. El trabajo fue, como siempre, foco de atención para la población de la wilaya, que pasaban andando y se detenían para acompañarnos o para soltar un «Alah i awun» (que Dios os ayude) desde los coches.

Brahim, Ebnu y Larossi fueron nuestros ayudantes, disponibles para  cualquiera tarea, ya fuese ir a comprar disolvente, traernos agua o pintar las maderías.

Así fue como, poco a poco, aprendiendo el uno del otro, dejándonos llevar y disfrutando del proceso, apareció en las paredes de la biblioteca de Smara «Hijos del Mar», un mural que invita a la reflexión y a recordar que los saharauis no son solo Hijos de las Nubes, también lo son del Mar.

Ines G. Aparicio