HÁGASE LA LUZ

Cada vez que se abre un libro en el Bubisher se enciende una luz, luz que lleva una carga energética tan fuerte que llega a reflejarse en la sonrisa de nuestros lectores: la tarifa nos sale barata, la pagamos a medias: los de aquí buscamos cómo recargar las pilas y los de allí hacen que las pilas funcionen a las mil maravillas. Y es entonces cuando se produce la chispa que enciende tantas sonrisas.

Y por si algún día falta algo de batería tenemos cinco nidogeneradores autosuficientes, que van a energía solar y producen el calor necesario para que funcionen las cinco bibliotecas; cada generador cuenta con un magnífico equipo de profesionales que irradia caluroso cariño entre los niños y los jóvenes con los que tratan. Últimamente, incluso tenemos excedente de energía que ponemos a disposición de los demás para que utilicen nuestras instalaciones como hogar de actividades variadas e interesantes para distintos colectivos de las wilayas.

Bien es verdad que a algunos de nuestros camiones la pila ya les va fallando, por lo que tenemos que iniciar nuevas cargas de vez en cuando en forma de campañas destinadas a nuevas adquisiciones y en ello estamos; así que ya sabes, si te sobra algún camión o conoces a alguien que le sobre, nos llamas y nosotros lo cargamos de energía lectora y lo mandamos rápidamente a Dajla o a Smara.

Energía no nos va a faltar nunca: algunas veces tal vez tendremos que funcionar con candelas, candiles o velas, incluso con hogueras si es necesario; otras veces, en época de bonanza, nos armaremos de bombillas, focos, faros o leds ultramodernos. Pero teniendo libros, y niños y niñas que lean, estoy totalmente convencido de que no nos va a faltar nunca luminosidad, resplandor y claridad. Allí estaremos todos nosotros dando a luz cada día sonrisas y destellos de magia bajo las estrellas.

Ahora solo hace falta que quienes dicen tener luces sean capaces de sacar de las tinieblas a un pueblo que, aunque brilla con luz propia, se acerca a los cincuenta años de sufrimiento y abandono y sigue viendo el túnel demasiado oscuro.

Javier Bonet

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