El Bubisher es pájaro, es nido. Es biblioteca y patio, pero también puede ser muchas otras cosas, por ejemplo, un barco. En la hamada, árida y pedregosa, bajo el inabarcable cielo azul, el Bubisher navega, lleva lejos el pensamiento de los niños, alcanza el mar. Y en ese océano de relatos y jardines encontramos, en medio del desierto, a piratas sonrientes, feroces, dispuestos a combatir la larga espera del exilio con cine, con teatro, con libros y juegos. Robando al tiempo su tesoro de lentos minutos, creando en ellos vida, esperanza. Lectura. Sabiendo que algún día se bañarán en las aguas de su tierra ocupada para seguir jugando a ser piratas, sin los piratas reales que arrebatan lo que no les pertenece.
Mónica Rodríguez