Tal vez participas en Vacaciones en Paz, y en tu casa hay una niña o un niño saharaui. Vienen a disfrutar del verano, de la piscina, de la playa si es posible. Vienen huyendo del infierno, y vienen a ser felices. Vienen para recibir un reconocimiento médico y en su caso, a empezar un tratamiento temprano. Vienen a enseñarnos a ver el mundo de otra manera. No nos cabe duda de que ellos y tu familia saldréis ganando.
Pero no olvides que los saharauis vienen de una cultura oral, que para ellos las historias son importantes. No lo olvides, y dedica un tiempo de la noche a contarle o a leerle un cuento. Conectarás con sus abuelos, con su familia real, sentirás un vínculo cada vez más fuerte. Y si tienes suerte, él, o ella, te contará a su vez un cuento de su rica tradición.
Y ya que estamos, mete un libro de cuentos en su mochila el día que vuelva al campamento. Será un libro compartido. Cuando lo abra allí te recordará, te tendrá en su corazón. Y crecerá en cultura, crecerá en imaginación y fantasía, tan importantes como las vitaminas. Crecerá.
Y por cierto, dile que si vive en Smara, Ausserd o Bojador (y pronto en Dajla), tiene una biblioteca abierta para él, para ella, para ellos. Repleta de sueños. Se llama Bubisher.